Lejos de ser el espacio que hay entre La Serena y Antofagasta –que así nos siguen viendo desde Santiago- la Región de Atacama tiene todo para alcanzar altas cumbres de progreso y bienestar para su gente.
Tenemos un borde costero que es la envidia de cualquier otra región y hasta diría de países enteros. Aquí hay playas idílicas e interminables. Cubiertas de sol y blanca arena. Muchas de ellas aún inexploradas y otras, desgraciadamente, mal ocupadas en objetivos y miradas de corto plazo.
Los recursos mineros son de tal envergadura que hoy la ponen en liderazgo absoluto, para los próximos veinte (20) años, en proyectos e inversión. Esta enorme riqueza, que se explotará en los años que vienen, es solo el comienzo. Muchos otros tesoros se ocultan en el subsuelo. Otros en la superficie misma.

La variedad de la pesca y de la fruticultura, que ya ha mostrado potencialidades inmejorables, sólo espera condiciones y proyectos innovadores para ir por el mundo con patente atacameña y retornar divisas que tanta falta hacen. El turismo de descanso, el histórico cultural o el de aventura, encuentran aquí, abundantes opciones. Están las playas, los valles interiores, los pueblos típicos, las iglesias de madera. En lo histórico figuran de manera relevante, el descubrimiento de Chile, el Chañarcillo, la revolución constituyente, y porsupuesto las hazañas y la gloria de los Batallones de Atacama.
Luego seguimos, pasando por los cerros internacionales y hasta el clima. Las lagunas en altura, las rutas del desierto, las del pisco, de la uva, del queso, de las aceitunas y tantas otras delicias que se producen en esta región única. Tenemos grandes espacios para el desarrollo de proyectos de toda clase, abundante sol y energía mareomotriz y volcánica. En fin.

Este patrimonio inmenso, sin embargo hay que cuidarlo. Que no se destruya por la acción de nosotros mismos, como está pasando en algunos tesoros del borde costero. Que no lo arrebaten, para la desmesura del lucro y el apetito voraz de lo que viene solo de paso. Que la identidad de Atacama, se levante como un torrente y se haga parte de cada uno de los que aman esta tierra, sea por que han vivido siempre aquí o por que han sido conquistados por la fuerza de su historia o porqué aquí estaba lo que habían buscado durante mucho tiempo.


Atentamente, Roberto Chacón Gutierrez, abogado, atacameño.