LA CAIDA DE COPIAPO JOSE SIERRA, LA LEALTAD DEL CALDERINO

13 mayo 2014 0 comentarios

La historia de Chile, no describe las pequeñas batallas y refriegas que adornan la rica historia de Atacama. ¿Cuál es la razón? ¿Acaso las grandes matanzas y los regueros de sangre son lo más importante para ocupar las páginas de un libro?
La Revolución Constituyente de Pedro león Gallo, en 1859, para algunos historiadores, es solo la aventura de un jovencito con poder y dinero, que vio frustrados sus intentos de llegar a la capital de Chile e instalar por la fuerza, caprichosas ideas federalistas.

 Para nosotros los atacameños, fue el sueño roto del Caudillo, que exigía para Atacama que, ésta tuviera mayor participación de los impuestos generados por las exportaciones mineras, rebajar los valores de cabotajes de los puertos e implementar facilidades para la conectividad con Argentina, para el traslado de carnes a los centros mineros. Y también que el Fisco pague los gastos de educación pública, los hospicios y cementerios; las obras de canales de regadíos y puentes, y pagar el sostén de las milicias, ya que todos estos gastos, eran absorbidos por la Junta de Minería, que debía lidiar con todas las necesidades de Atacama. El atrevimiento del Ejército Atacameño tuvo un final, – para muchos, romántico, para otros un resabio – sobre todo para los admiradores de Manuel Rodríguez – heroicos personajes que hicieron cambiar el curso monótono de la historia Chile.


El 12 de mayo de 1859, el soldado constituyente José Sierra, fiel seguidor de don Pedro León Gallo, se bate heroicamente en las calles de Copiapó. Con sus últimos seguidores, con su grupo de amigos, resiste

el embate y la persecución de las tropas de José Antonio Villagrán, comandante persecutor de los últimos focos de resistencia constituyente. José Sierra, no sabía leer, no tuvo acceso a las letras, pero tenía muy claras las ideas, conocía el valor de las libertades de los hombres de Atacama.

Él, nunca creyó en la derrota de su comandante. Nada pudo convencer que Pedro León Gallo, había sido vencido en Cerro Grande.

Emocionalmente, José Sierra, mantuvo una lealtad infinita hacia sus oficiales superiores. Entre sus desesperadas acciones, secuestra un tren y viaja desde Caldera, aquí se apoderó de Copiapó y se autoproclamó Intendente de la Provincia. Dueño de la plaza, se fue a esperar las tropas gobiernistas a la entrada de Copiapó.

En un costado del sitio, que hoy conocemos como la Plaza de Avalos, se parapetó, desde allí, en la refriega fue perdiendo posiciones, hasta llegar a la plaza de Copiapó donde se batió heroicamente, hasta caer desvanecido por el cansancio y ser apresado por las nuevas autoridades militares. Caía vencido el último bastión constituyente, caía el último guerrero, que viniendo desde la costa, desde Caldera, se anudó una bandera azul en su pecho y con el corvo entre sus dientes, desafió la historia.

El leal soldado atacameño, mostró con entereza el amor por su tierra, la lealtad con su comandante y el aprecio por sus ideales. Esta historia ocurrió, pasó un día 12 de mayo de 1859. En tiempo actual es conocida como la Caída de Copiapó, gracias a una crónica que hizo el historiador Joaquín Fernández en un libro: Chile en el Siglo XIX.

Vidal Naveas Drogett, Atacamenyo.
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