CANDELARIA GOYENECHEA, POR SIEMPRE EGREGIA E INMORTAL.

03 febrero 2011 Déjanos tus comentarios


Quiero entregar mi reconocimiento a una gran mujer que nació en Copiapó, entre cuyos méritos destacan ser la madre del más grande Personaje Histórico-revolucionario nacido en Atacama y, a la vez, una mujer que puso su gran fortuna personal al servicio de la región y la patria. Me refiero a doña María Candelaria Goyenechea Sierra y Mercado, nacida justamente en un día como hoy del año 1795, es decir, hace 216 años.

Reconozco que no ha sido habitual que en estos comentarios entreguemos datos biográficos sobre las mujeres de Atacama, pero esta vez creo que amerita que ahondemos en la vida de doña Candelaria Goyenechea.

Como decía recién, fue la madre del más importante gestor de la causa de la Revolución Constituyente en Chile, don Pedro León Gallo Goyenechea, por tanto, es merecedora de la principal recopilación de antecedentes en torno a su vida y su obra. Sus padres fueron don Pedro Antonio Goyenechea y la señora Manuela Sierra y Mercado.

Desde jovencita fue educada por su tío don José Agustín de la Sierra, sacerdote, quien le inculcó las primeras letras. A medida que avanzaba en edad, fue adquiriendo conocimientos de religión, poesía, canto, filosofía y latín. A los 21 años de edad contrajo matrimonio, concertado, con el teniente de Milicias y Héroe de la Independencia de Chile, en Atacama, don Miguel Gallo Vergara, el 20 de Marzo de 1816. Dotada de una gran inteligencia, un alma elevada y bondadosa, formó en unión de su esposo, una familia ejemplar, que daría frutos con su primer hijo en Septiembre de 1822. El civismo y las nobles virtudes de la caridad y el trabajo, más todo su encanto y dulzura de mujer, la llevaron a prodigar el bien en su entorno familiar y amistades.En sus ratos libres y destinados al reposo, bordaba y cosía con sus propias manos, ropas que enviaba al hospital y a casas de caridad. Optó por dar una educación noble a sus 10 hijos en los mejores colegios de Copiapó, La Serena, Santiago, Lima y Europa, abrazando ellos estudios superiores que les permitieron adquirir diversas profesiones.

El día 8 de Marzo de 1842 fallece su esposo de un fulminante ataque al corazón, y debe ella hacerse cargo de la gran fortuna y negocios que éste le había heredado, un enorme portento, que abarcaba negocios, fundiciones, minas, y haciendas, desde las cercanías del Paposo por el norte, hasta la provincia de Rancagua por el sur, cuando tenía tan solo 47 años de edad, situación que le hacía imposible controlar este caudal. Entonces, se ve en la obligación de pedir que su hijo mayor le ayude en esta tarea en bien de sus hermanos menores. En 1850, a instancias de su hijo Tomás, que era Presidente de la Junta de Minería de Copiapó, es invitada a conformar la Compañía del Ferrocarril de Copiapó – Caldera, donde se convierte en su mayor y principal accionista, para esa fecha, ya tenía 55 años de edad.

Se convierte así, en la más importante dama de la filantropía chilena. Funda numerosas organizaciones de caridad, aporta importantes cantidades de dinero para la construcción del hospital de Copiapó, construye iglesias y colegios, funda la sociedad “La Gota de Leche” que hasta hoy está en funcionamiento y mandó a construir "La Copiapó", primera locomotora de nuestro país y de Sudamérica.

Al estallar la Revolución Constituyente, pone toda su fortuna al servicio de sus hijos principalmente de Pedro León Gallo, para la compra de trajes, pertrechos, carruajes, caballos, alimentos, forrajes, armas y municiones, con las que harán frente a las tropas oficialistas del Presidente Montt.

Bordó con sus propias manos la bandera azul con una estrella dorada, que fue la enseña guerrera, que acompañó a los intrépidos que se atrevieron a desafiar el autoritarismo del gobierno centralista capitalino.

Centro de estudios RegionalesCuando su hijo fue vencido en la Batalla de Cerro Grande, conciente del enorme apuro económico social que comenzaron a padecer los seguidores del ideal de su hijo, se convirtió en la protectora de las familias de los soldados del ejército revolucionario. Así también brindó ayuda, a los desterrados del país, sus hijos, sus amistades, pagando los honorarios de los defensores judiciales en las causas de los constituyentes. En 1879 colaboró patrióticamente con los soldados de los Batallones de Atacama, haciendo envíos de ropa y comida a los campamentos estacionados en territorio extranjero, en vísperas de alcanzar la gloria las tropas chilenas, en la Guerra del Pacífico. Habiendo cumplido los 89 años de edad fallece en Copiapó, el día 3 de Mayo de 1884, rodeada del amor y cariño de sus hijos y todos los vecinos de la provincia, quienes concurrieron a dar su último adiós a esta gran dama de los servicios caritativos.

Sus Restos descansan en la Cripta Familiar en el Cementerio de Copiapó, donde esta mañana, a las 11 horas, se efectuó una romería en su memoria, para resaltar su figura y relevar su gran aporte a la región.

Quiero recordar que Candelaria Goyenechea fue electa la Mujer del Bicentenario en Atacama, al cabo de un concurso organizado por la dirección regional del Servicio Nacional de la Mujer, el año pasado, denominado "200 mujeres protagonistas del Bicentenario".

En la oportunidad, la nómina de postulantes estuvo integrada también por Rosario Orrego, Mercedes Fritis e Isidora Goyenechea, otras grandes e importantes mujeres nacidas en esta tierra atacameña. Si bien, en más de alguna ocasión usted ha escuchado los nombres de estas cuatro mujeres, lo más seguro es que no sepa o no recuerde cuáles fueron sus méritos o simplemente qué hicieron para estar dentro de esta nómina. Por esta razón fue que decidí compartir particularmente con ustedes esta idea de conmemorar su cumpleaños, el natalicio de doña Candelaria Goyenechea de Gallo, respecto a quien, Atacama tiene una gran deuda, porque ni una calle, ni una plaza, ni una escuela inmortalizan su nombre.

Debiéramos comenzar por nominar con su nombre al Hospital Regional, que se emplaza justamente en terrenos donados por esta célebre dama que nos dejó un incontrastable legado.

Atentamente, Maglio Cicardini Neyra.

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