Japón interviene y compra dólares, y obvio que lo hace para favorecer sus exportaciones, a sus trabajadores y empresas. Y nosotros estamos felices porque nuestra moneda se revaloriza (jejeje). Algunos de nuestros contentos economistas teóricos (que nunca han producido bienes ni dado trabajo a nadie, ni arriesgado plata ganada por ellos mismos) se alegran por ello, y creen que al paso que vamos de tanto revalorizarse nuestro peso, ¡Eureka! superaremos a USA.

A China los organismos internacionales tienen que obligarla a que revalorice su moneda, porque se resiste a hacerlo motu proprio porque conviene a sus trabajadores y exportaciones que su moneda esté baja. No obstante ello, algunos de nuestros sabios, están muy contentos con el nivel de revalorización actual de nuestro peso, revalorización que por su entidad no es real sino de oportunidad y pasajera.

Está bien querer que el peso se revalorice frente al dólar y otras monedas, pero ello debe ser en porcentaje real, duradero y proporcional al verdadero crecimiento, y al real desarrollo del país, y no por hechos momentáneos, como que la tasa de interés en un momento es más alta acá que en USA, o porque abundamos en dólares porque que se los ha estado enajenando por miles de millones, o por otro motivo pasajero semejante.

Por mientras las tasas se mantienen bajas en USA y en Chile suben, los capitales golondrinas y agiotistas vienen a aprovechar el arbitraje y hacer pingües ganancias a veces sin arriesgar nada propio a costa de nuestros futuro.

Este cuento no es nuevo, ya pasó recientemente, al parecer los encargados, están esperando que los extranjeros ganen aún más a costa de nuestros trabajadores y empresas de exportación únicas que traen divisas al país. Los importadores y empresas de viajes que favorecen al trabajador y empresa extranjeros, están también frotándose las manos.

Ya sería bueno que se actuara a tiempo, no a última hora. El Estado debe intervenir en forma seria y decidida para evitar daños graves a futuro. Que no tengamos pan para hoy y hambre para mañana.

Lo único que falta es que el pan y el agua lo importen de La Argentina, Perú, o de China. Ya ni los calzoncillos los fabrican en Chile, en verdad casi nada, hasta el carbón se importa. Casi solo producimos cobre y otros minerales, celulosa, en fin materias primas, y la promesa que oímos por décadas en cuanto a elaborar productos sobre la base de los minerales de nuestro suelo, para darle mayor valor agregado, no se ve cumplida por ninguna parte. En verdad si seguimos así, ni frutas exportaremos en el mediano plazo y nuestra ¿gente ya cesante no podrá comprar productos importados, y no podrá viajar aprovechando la falsa revalorización que se cuestiona.