Copiapino recuerda tu pasado de grandeza, y vuelve por los fueros de tu fama, más alta que la cima de Los Andes, más vasta que el desierto de Atacama.

09 diciembre 2010 Déjanos tus comentarios

Hace muchos años escribí en el diario “Atacama” algunos pasajes de la historia de Copiapó y de la valía de sus hombres. Eran otros tiempos.
“¡Salud, valle hermoso, oasis encantado del desierto”! Escribía el afamado escritor Jotabeche. Entonces se amaba el lugar de origen, y existía una comunicación íntima entre el habitante y la tierra copiapina. Jotabeche al referirse a su pueblo decía que:

“el viajero se aproxima a Copiapó tan contento como al hogar de sus padres; te avista como a su amigo después de una larga ausencia, y te bendice como el peregrino a la posada que lo alberga por la noche”.

Copiapó es cuna de la historia chilena que va más allá de su fundación como villa en 1744. Su tradición se remonta a la presencia indígena y al arribo del conquistador Pedro de Valdivia, quien tomó posesión del valle en 1540. El espíritu visionario de emprendedores pioneros del desierto como Diego de Almeida, José Antonio Moreno, o el aporte de ilustrados copiapinos como José Joaquín Vallejo, Miguel Gallo, Manuel Antonio Matta, Pedro León Gallo, Guillermo Matta, Candelaria Goyenechea, Francisco San Román, Rosario Orrego, Carlos María Sayago, Pedro Pablo Figueroa, Rómulo Mandiola, los hermanos Escuti Orrego y tantos otros preclaros personajes que contribuyeron en el ámbito minero, industrial, social y cultural de Atacama, dan cuenta de la estirpe y mérito de sus hombres.

Centro de estudios RegionalesAsimismo es necesario acotar, que si bien fue relevante la actuación de prominentes personalidades en el progreso de Copiapó, cohabita la certidumbre que el desarrollo histórico de la ciudad, se debió también a la participación de toda su gente en su amplia diversidad, incluyendo, a las colonias extranjeras y a respetables instituciones.

En las primeras décadas del siglo XX el poeta chañaralino Federico González, retrató a Copiapó con estos versos:

“Salud, hermosa tierra! Oye mi canto,
sacude tu indolencia de sultana,
y piensa en tu pasado de grandeza
y de tus triunfos brillantes de mañana.
Despierta de tus sueños. Indolente
no olvides el recuerdo de tu historia,
que si es grande la gloria que alcanzaste,
el porvenir te aguarda mayor gloria.
Aún resuena en tus playas y tus calles
el relincho sonoro del caballo,
que orgulloso al combate condujera,
por el camino del honor a Gallo.
Aún vibran en tu oído los acordes
de la lira patriótica de Matta
que, en pos los laureles de la gloria
de tus sierras a los bravos arrebata.
Aún escuchas los golpes del martillo
sobre el barreno que el peñón perfora
para abrir en el suelo americano
camino a la primera locomotora.
Pueblo de artistas, sabios y guerreros.
¿Por qué te duermes en ociosa calma?
Recuerda tu pasado de grandeza
y vuelve por los fueros de tu fama,
más alta que la cima de Los Andes,
más vasta que el desierto de Atacama”.


Por último, felicito el esfuerzo desplegado por las autoridades, por la municipalidad y otros organismos que celebraron el aniversario de la ciudad. Pero no es suficiente. El pueblo de Copiapó debe identificarse plenamente con su lugar de origen.

Omar Monroy
Escritor.

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